Seguro que todos hemos vivido variaciones de esta conversación. Contamos a nuestras amistades o familiares que nos vamos de vacaciones e inmediatamente la pregunta es “¿Y a dónde vas a ir?”. Sí, desde hace años las vacaciones, especialmente las veraniegas pero también otras, son sinónimo de viajar. O, como mínimo, de hacer actividades diferentes a las habituales. Sin querer decir que esto esté mal, desde estas líneas queremos reivindicar un arte mucho menos recordado: las ventajas de no hacer nada.
“Sí, claro. Como que voy a cancelar inmediatamente mi viaje”. Seguro que estas palabras u otras similares se cruzan por tu mente ahora mismo. No queremos decir que no hagamos nada todo el tiempo, pero dedicar una temporada, o al menos buena parte de algunos días, a dejar la mente en blanco tiene muchos beneficios y en Ágatar os contamos algunos de ellos.
- Huir de la sobrestimulación: Es cierto. Vivimos, cada vez más, en un mundo plagado de estímulos. Observe, por ejemplo, una parada de autobús. O una sala de espera. ¿Cuánta gente está mirando compulsivamente el móvil? Seguro que si no todo el grupo, una amplia mayoría. Hemos acostumbrado nuestro cerebro a huir del aburrimiento, a buscar todo el tiempo algo que hacer. Y esto, en vacaciones, se convierte en una especie de obligación. Aprovechar las vacaciones significa hacer ‘cosas’, prácticamente da igual qué cosas sean.Pero muchos estudios demuestran que la creatividad se estimula más precisamente en esos momentos en los que no hacemos nada y que sirven para que nuestro cerebro ‘juegue’ con las ideas que se nos pasan por la mente. Estudios recogidos por Andrew J. Smart en su libro ‘El arte y la ciencia de no hacer nada’ demuestran que el reposo, dejar la mente en blanco, activa áreas del cerebro que normalmente no están activas. Así que ¿por qué no reivindicar el valor de estar tumbado al fresco dejando a la mente divagar?
- Descansar la mente: Desconectar de la rutina es importante para que nuestro cerebro esté sano. Dar a las neuronas un descanso de la tensión diaria es muy necesario. Pero según apuntan muchos expertos, este descanso es bueno que vaya más allá. Es decir, no nos sobrecarguemos de actividades y planificaciones también en vacaciones. Aprender a disfrutar del descanso como tal es también importante para volver de las vacaciones recargados.Para esto pueden ser útiles rutinas de meditación o del ya famoso ‘mindfulness’, pero realmente lo único que necesitamos es tomar tiempo para desconectar, para no hacer nada. Es en esos momentos de reposo cuando se asientan los recuerdos y se generan nuevas conexiones en el cerebro que nos preparan para los retos que vendrán después. Si no dejamos el suficiente tiempo de descanso, se resentirán estas nuevas conexiones.
- La presión de no perder el tiempo: Ya lo decía Manolo García en su canción: “Nunca el tiempo es perdido”. Una máxima que seguro que a más de uno le suena absurda. Pero, ¿qué es realmente perder el tiempo? Si uno tiene cosas que hacer y se dedica a hacer otras, la tan cacareada procrastinación, entonces nuestra jornada laboral, y nuestra vida en general, pueden convertirse en un disparate, lleno de tareas pendientes. Sin embargo, en el contexto de no tener tareas pendientes, ¿por qué buscamos nuevas?Voy a aprovechar las vacaciones para leer. O para hacer más ejercicio. O para ordenar por fin el trastero. La sociedad en la que vivimos nos empuja a estar constantemente haciendo cosas. Nos enseña que la pasividad, la falta de actividad, la pereza en definitiva, son malas. Pero ¿por qué iba a ser mala la pereza en vacaciones? ¿No deberíamos poder holgazanear todo lo que queramos? Aprender que, en determinados contextos se puede ‘perder el tiempo’, porque en realidad lo estamos aprovechando para otras cosas, es una de las lecciones más valiosas que podemos encontrar.
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