Hay un dato que por sí solo demuestra el poder que sigue teniendo el formato físico frente al digital. En un entorno en el que las ventas de cedés de música se han desplomado, los discos de vinilo han aumentado sus ventas y se consumen más que el formato digital por primera vez desde 1980. Y es que el vinilo tiene una cualidad diferente, la calidez del sonido y, muy probablemente, la nostalgia, juegan un papel importante. Así que en Ágatar en estos tiempos en que los servicios de streaming están cada vez más presentes, nos preguntamos qué ventajas y qué inconvenientes tiene cada sistema.
- Espacio: Este es, sin duda, uno de los más importantes. Una estantería llena de películas o de discos de música ocupa mucho espacio. Mientras que en una sola memoria digital puede caber mucho más contenido del que podríamos llegar a acumular jamas en una vivienda, aunque dedicáramos todo el espacio a guardar volúmenes. Pero es que el streaming ha ido más allá. Ya ni siquiera tienes que tener los discos o las memorias. Basta con una conexión a Internet y tenemos miles de películas, series, y discos a nuestra disposición.
- Precio: Los servicios de streaming se basan en un pago al mes. Y normalmente toca elegir. Poca gente puede permitirse pagar muchos servicios de contenidos digitales cada mes. La contrapartida es que por el mismo dinero que antes se podía gastar en ir al cine un par de veces o en comprar un disco ahora se puede tener acceso a toda una colección. La cuestión al final viene más relacionada con el uso. Si el gasto en comprar contenidos culturales es el mismo, el streaming gana.
- Disponibilidad: Esta es la gran ventaja del formato físico. Si te has comprado una película o un disco de música, sabes que siempre lo vas a tener a mano. Va a estar contigo virtualmente para siempre si lo sabemos cuidar. Por el contrario, en el streaming tenemos que estar a merced de los cambios en el catálogo. Todos los meses entran producciones nuevas, pero por el contrario otras lo abandonan. Para muchos usuarios, contar con esa obra de culto o que realmente nos gusta es también una cuestión de orgullo. De coleccionismo, si se quiere.
- Comodidad: Un producto que hace años todo el mundo tenía y que cada vez se ve menos, si es que se sigue viendo, es el reproductor MP3 de música. Lo mismo le ha pasado a las cámaras compactas digitales. El móvil ha acabado por sustituir a muchos aparatos que antes eran imprescindibles. El streaming va más allá, porque tanto en el teléfono como en la tableta podemos disfrutar de contenidos en cualquier lugar, sin ocupar virtualmente espacio de nuestra reducida memoria.
- Calidad: Aquí es donde gana, sin ambages, el formato físico. El streaming está limitado por la calidad de la conexión a Internet. Quizá el 5G, con su promesa de grandes velocidades de descarga, acabe cambiando esto. Pero de momento, una película o un álbum de música en formato físico sabemos que va a sonar siempre bien. Con la mayor calidad o con esa cualidad distintiva del sonido del vinilo que lo hace tan apreciado. Mientras que el streaming se puede cortar o puede verse borroso. Pero es que en un servicio de suscripción, para empezar, los contenidos ya vienen codificados para preservar calidad sí, pero también para optimizar el uso del ancho de banda. En contenidos de música es dónde más se puede notar esa merma, ya que en imagen el HD es cada vez más accesible en cine y televisión a la carta.
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